
Los discos intervertebrales son estructuras anatómicas que se encuentran intercaladas entre los cuerpos vertebrales. Proporcionan flexibilidad a la columna, a la vez que ayudan a amortiguar las cargas que ésta recibe.
Un disco intervertebral está constituido por una parte externa llamada anillo o annulus, de consistencia fibrosa y de disposición en capas, y una parte interna o núcleo pulposo, de consistencia más gelatinosa al contener más agua.
Con el transcurso de los años, y muchas veces por problemas intercurrentes a lo largo de la vida, los discos tienden a sufrir degeneración discal. Se produce una deshidratación de la parte central o núcleo pulposo, a la vez que se deteriora la calidad de las fibras del anillo, pudiendo resquebrajarse o presentar roturas o fisuras.
Cuando una fisura es suficientemente amplia, puede producirse una salida al exterior de parte del material del núcleo, que recibe el nombre de hernia de disco o hernia discal.
Si el material discal herniado o hernia discal entra en contacto con una de las raíces nerviosas, puede producir una inflamación muy intensa en el nervio, dando lugar a dolor que se irradia, generalmente por la pierna o por el brazo (dependiendo de la localización del problema, lumbar o cervical). Esto se denomina radiculalgia. Familiarmente se conoce con el término de “ciática”. Muy a menudo se acompaña de dolor y espasmo muscular en la zona lumbar.
Si se produce compresión de la raíz nerviosa por la hernia, comienzan los problemas de aporte sanguíneo al propio nervio, y éste puede deteriorarse y quedar afectado. Es lo que se denomina radiculopatía. En estos casos el dolor puede acompañarse de hormigueo, pérdida de la sensibilidad en el área del dolor, e incluso pérdida de fuerza en la extremidad afecta.
Muchas veces se encuentran hernias discales en pacientes que se practican una resonancia (RMN) o un tomografía o scanner (TAC), de manera fortuita. La presencia de una o más hernias discales en una imagen no significa necesariamente que exista dolor. De hecho, el dolor puede deberse a otra causa, como la artrosis de las articulaciones de la columna.
Por otra parte el hallazgo de una hernia discal en un paciente que padece dolor radicular o “ciática” no implica necesariamente que se deba intervenir para extraer la hernia. Previo a la cirugía existen otros tratamientos que pueden ser definitivos, como son infiltraciones, tratamientos intradiscales, radiofrecuencia pulsada, y otros.
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