
Las articulaciones sacroilíacas están formadas por la unión entre el sacro y ambos huesos ilíacos (los huesos de la pelvis). Hay una a cada lado del sacro, y son articulaciones de gran tamaño. Tienen una movilidad reducida, pero sin embargo pueden padecer alteraciones inflamatorias, traumáticas o degenerativas, y ser causa de dolor.
El dolor de las articulaciones sacroilíacas generalmente se localiza en los glúteos o nalgas (en un lado o en ambos), y se irradia a la parte posterior del muslo. A veces puede irradiarse también a la ingle o a la pierna e incluso a la planta del pie. Puede ocasionar dolor cuando el individuo está sentado, y pueden causar dolor nocturno y despertar al paciente por la noche. En ocasiones la afectación de las articulaciones sacroilíacas puede ser un síntoma de una enfermedad reumática que ha pasado desapercibida.
Para diagnosticar correctamente la causa del dolor sacroilíaco puede ser necesario realizar radiografías, una resonancia magnética o una gammagrafía ósea. En algunos casos es imprescindible realizar una punción de la articulación sacroilíaca para inyectar anestésicos locales, con el fin de confirmar que la causa del dolor está en las articulaciones sacroilíacas.
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